viernes, 18 de diciembre de 2009

Dientes de vino

Tengo los dientes manchados de vino y un rosal entre las piernas que acaba de florecer salpicado del rocío del semen que dejaste en la madrugada.

Las sábanas me hieren como cristales que se hincan en mi piel sudada y lágrimas corrosivas crean surcos profundos en las mejillas que anoche lamía una lengua de gatopardo.

El techo de cinc cae sobre mi cabeza, y luego el cielo, y tú no caes sobre mí.

Y me hundo en la cama grande y vacía, y me pierdo entre sus sábanas de laberinto de cristal que se me enrollan en el cuello y me asfixian, que sin ti me hieren como cristales que se hincan en mi piel, como hace cincuenta noches cuando tenía los dientes manchados de vino y un rosal entre las piernas. Como cuando no me perdía en esta cama tan grande y vacía.