jueves, 28 de enero de 2010

Mis vecinos me adoptaron

Mis padres se han mudado a la habitacion de al lado. Bueno, en realidad no son mis padres pero como si lo fueran. De hecho, ni siquiera se como se llaman. El si. Se llama Manuel. El otro dia nos conto, despues de excursarse por la molestia que nos podria suponer que estuviera colocando las estanterias un domingo a las siete de la tarde, que llevaban 39 años casados. De la otra no conocemos el nombre, solo que le gusta pasearse en un bata blanca por la casa, que su hija se ha mudado a Puerto La Cruz y que la comida favorita de su hermana es la pasta, pero la suya no. Porque engorda, dice.

Han colocado una bombilla nueva en el espejo del baño que compartimos. Tambien una planta de plastico sobre el vater y monton de productos de limpieza ordenaditos en unas baldas tras la puerta. Quitaron la cal de la ducha y ahora sale el agua por todos los agujeritos. Lo del agua fria no lo han podido solucionar. Por ahora. De hecho ya no hay escapatoria porque un paso atrás y dos grandes tobos no permiten libertad de movimiento para meter los miembros uno a uno bajo el caño, con la boca abierta y los pelos como escarpias. Llegaron ellos y un olor a frambuesa que flota en el aire. A frambuesa y a limpio. Como de anuncio de la tele. Se fueron las manchas zoomorficas del bide y la pareja de colombianos con sus mojones paisas flotando en la poceta.

Creemos que les han corrido de la casa de alquiler en la que vivieron toda su vida porque con ellos ha venido una nevera, una lavadora, una secadora, una bicicleta estatica, una licuadora, un microondas y un juego de cuchillos que cortan bien. Han llenado de ropa el armario de su habitacion y los del pasillo. Todavia no nos han pedido que les hagamos un hueco en el nuestro.

No se. Ahora me da como pena con ellos llegar tarde a casa. Saben que a la mañana siguiente madrugamos. Ayer vieron que se nos pegaron las sabanas asi que nos colocaron sobre el fuego la cafetera que siempre dejamos preparada la noche anterior. Tambien me da cosilla que nos oigan echando un polvo. Nos consienten tanto a los dos que parecemos sus hijos y me siento un poco incestuosa.

Bueno, lo dejo aquí. La pure me muestra desde la ventana de su cuarto, justo frente a nuestra mesa, un pote. Creo que hoy toca arroz con arvejas. Si, eso parece. No quiero que se me enfrien.